21.2.11

Henri Matisse.

No me atrevi a sacarle ninguna parte. Espero que les guste.

Vence, 4 de febrero de 1948.

Mí estimado señor Clifford:
Espero que mi exposición sea digna de todos los esfuerzos que ella os cuesta, esfuerzos que por otro lado emocionan profundamente,
Sin embargo, considerando la gran repercusión que ella puede tener, viendo los importantes preparativos que ella requirió, me pregunto si ese despliegue no tenga influencia, en cierto sentido nefasta sobre los jóvenes pintores,  Como irán a interpretar esa impresión de aparente facilidad que pueden extraer tras una rápida, y tal vez además, superficial visión de conjunto sobre mis telas y mis dibujos?
Siempre tratare de disimular mis esfuerzos, siempre desee que mis obras tuvieran la liviandad y la alegría de la primavera, que no permite jamás entrever el trabajo que costo. Temo pues que los jóvenes al no ver sino una aparente facilidad y cierta negligencia en el dibujo usen eso como una excusa para liberarse de cierta disciplina y esfuerzo que juzgo muy necesarios.



Alguna de las exposiciones que he tenido ocasión de ver en estos últimos años me han hecho pensar en los jóvenes evitan la lenta y penosa preparaciones necesaria a cualquier pintor y que tienen la pretensión de construir solo con colores, ese lento y doloroso trabajo es indispensable. En realidad, si un hermoso jardín no ha sido carpido, abonado y cuidado en la época necesaria, no daría ese resultado de belleza que vemos. No es necesario acaso primero limpiar y cuidar la tierra y luego cultivar ese suelo en cada estación del año con rigores diferentes?
Cuando un artista no supo preparar su periodo de desarrollo mediante un trabajo que solo tiene un vinculo lejano con el resultado final, tiene poco futuro; o cuando un artista supone “llegado” no siente la necesidad de volver periódicamente a una disciplina primera, comienza a dar vueltas en redondo, se repite indefinidamente y ese laberinto de indefiniciones hará que su curiosidad se extinga.
Un artista debe poseer a la Naturaleza. Debe identificarse con su ritmo mediante esfuerzos  que le permitan adquirir maestría gracias a la cual en un futuro podrá expresarse en su propio lenguaje.
El futuro pintor debe darse cuenta de que es lo que le resulta útil para su desarrollo – dibujo e incluso escultura – y eso le permitirá identificarse plenamente con la Naturaleza, incorporándose a las cosas (ahí esta lo que yo llamo Naturaleza) que estimulen sus sensaciones. Creo que el estudio es absolutamente esencial. Si el dibujo procede del Espíritu y el color proviene de los sentidos, hay que dibujar y estudiar con seriedad para cultivar ese Espíritu y ser capaz de conducir, de llevar al color por los senderos del espíritu. Eso es lo que ardo en deseos de gritar cuando veo el trabajo de jóvenes, para quienes pintar no constituye una aventura cuya única meta está en la búsqueda y encuentro de algún marchand de cuadros que los lance por el camino de la celebridad. No es sino después de años de preparación que el joven artista tiene derecho a acceder a los colores, no a los colores como medio de descripción, sino a los colores como medio de expresión, sino a los colores como medio expresión intima. Ahí es cuando puede esperar que las imágenes e incluso los símbolos que emplea puedan ser el reflejo de su amor por las cosas, reflejo en el cual él puede tener confianza, si es que ha sido capaz de llevar hasta el final su educación con pureza, y sin autoengañarse. Entonces usara los clores con discernimiento. Los situara de acuerdo con un dibujo natural, informal y concebido en su totalidad y que brotara directamente de su sensación; eso le hizo decir a Toulousse – Lautrec al final de su vida: “En fin, yo ya no se mas dibujar”. Un pintor que se inicia piensa que se pronta con el corazón. El artista que cerró su está de aprendizaje también piensa que pinta con su corazón, solo este último tiene razón porque sabe que su entrenamiento y disciplina, el trabajo que se impuso, le permiten aceptar y dominar los impulsos.
Mi finalidad no es enseñar. Solo quiero que mi exposición no provoque falsas interpretaciones en quienes tienen aun que hacer su camino. Quisiera que las gentes supieran que no se puede entrar en el color como quien entra en un molino: hay que observar una severa preparación para ser digno de él. Pero, ante todo, hay que poseer el don del color como un cantante debe poseer voz. Sin ese don no se puede ir a ninguna parte y no todo el mundo puede decir como el Correggio. “Yo también soy pintor”. Un colorista deja su sello incluso en un simple dibujo al difumio, Mi estimado señor Clifford, voy determinado mi carta. La empecé y se las envío para decirle que me doy cuenta de todo el trabajo que usted de toma por mí en este momento. Me doy cuenta de que, obedeciendo a una necesidad interior, he expresado lo que siento íntimamente sobre el dibujo y el color así también como la importancia enorme que tienen la disciplina en la educación de un artista.
Si usted cree que todas estas ideas pueden ser de alguna utilidad, úselas, y haga con esta carta lo que usted considera mejor.
Estimado señor Clifford, una vez más, reciba usted todo mi reconocimiento. 

Reflexiones sobre el arte, Henri Matisse. El Arcon de Emece. Emece Editores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario